SIN ZÓCALO A REVENTAR!
CIUDAD DE MÉXICO (Agencias).- Fue el “Día del Presidente”, pero al estilo 4T… austero. Entre el fervor sincero y la obligación de pasar lista, miles de personas pasaron por el Zócalo de la Ciudad de México para despedir con aplausos, porras y hasta lágrimas, al presidente Andrés Manuel López Obrador en su sexto y último informe de gobierno antes de irse a Palenque, Chiapas.
El último acto masivo del tabasqueño que buscó 18 años despachar en Palacio Nacional –el 15 de septiembre solo lanzará ¡vivas! por el Grito de Independencia- tuvo varias diferencias con las otras concentraciones que convocó durante su administración y que hicieron que ésta luciera desangelada.
La más notoria fue que el Zócalo no estuvo a reventar. A pesar de que algunas personas llegaron desde las tres de la madrugada, según informó un policía de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) que le tocó ese turno, a las 10:30 horas que el mandatario federal inició su discurso frente a Palacio Nacional, a las orillas de la plancha había espacio para caminar sin problema.
Más espacio aún, para las decenas de vendedores ambulantes de comida y de souvenirs de él y uno que otro de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo.
Las miles de sillas acomodadas en la plancha desde la mañana del jueves 29 cumplieron el cometido de abarcar más espacio, pero nada parecido a otras veces que no se podía ni caminar, como el clásico de que “no cabía ni un alfiler”.
Este domingo, el de la casi despedida de López Obrador, no fue así.
Un grupo de personas llegó a las siete de la mañana y si alcanzó asiento, pero hasta el otro lado de la plaza, lejos del templete y de las más de cinco pantallas gigantes que les colocaron.
Integrantes del grupo Fuerza Urbana Campesina Popular, que se distinguían por unas enormes banderas verdes, se fueron antes de que el mandatario federal saliera a escena.
-¿Por qué se van?
-Llegamos a las 8, ya hicimos acto de presencia, ya nos vamos.
Las decenas de autobuses y vagonetas que acercaron a la gente que fue “por su gusto” –mejor conocidos como acarreados- y luego se iban a estacionar a avenidas aledañas al Zócalo no fueron suficientes para desbordar la mayor plaza pública del país como otras veces.
Faltó, pues, el músculo morenista.
“¡Gracias presidente!”
Al ser el último informe de gobierno del tabasqueño y, como se esperaba, el más largo –dos horas y 10 minutos, aproximadamente-, en los carteles y banderas que llevaban los fieles obradoristas predominaron dos palabras: “Gracias, ¡presidente!”
Se leían en cartulinas hechas al vapor, en banderines de a 30 pesos, en playeras impresas con su nombre, en gorras y hasta en colchas de cama matrimonial impresas con la portada de su más reciente libro.
“Siendo jefe de gobierno y luego presidente, mis padres tuvieron calidad de vida en sus últimas décadas. Gracias!!!”, decía el cartel de una señora de unos 50 años con la foto de sus padres adultos mayores en un mitin morenista que alzó y dejó ver lágrimas en sus ojos.
Otro: “Gracias presidente por dejarme los cimientos para un México histórico y próspero… pero lo mejor de todo: un México independiente, informado y diferente, libre y soberano”, decía el de otro seguidor que, por la parte trasera llevaba ampliados memes contra quienes critican la reforma judicial: “Gente pendeja que defiende a ministros, jueces y magistrados corruptos (sic)…”.
Uno más, que cargaba un hombre en silla de ruedas:
“¡¡Hasta siempre señor presidente!! Gracias por devolvernos la esperanza de un México mejor… por su comprometido trabajo en favor de la mayoría ciudadana… por hacer valer la soberanía de México”.
Esa lona y las playeras rojas identificaban al grupo de la Sección 5 del Sindicato Único de Trabajadores del gobierno de la CDMX que fueron a la concentración porque “tenían que ir”.
Un grupo de campesinos destacaba entre los miles por unas gorras guindas y la piel quemada por el sol.
Eran de Huautla, Hidalgo.
“Nos mandaron para agradecer que somos de Sembrando Vida”, confesó un hombre joven quien dijo que desde hace cuatro años siembra plátano y yuca. “Sí me ha ayudado, por eso venimos”, comentó.
Amor y negocio
Como en cada concentración masiva de los ya conocidos “amlovers”, desde temprana hora el comercio informal se apoderó del piso del Zócalo hace pocos meses peatonalizado, para extender sus productos de la “amlomanía”: playeras, posters, tazas, llaveros y muñecos de “amlito”, calendarios, fotos, sudaderas y la versión “pirata” del más reciente libro del Ejecutivo federal.
Pero en el día del presidente al estilo 4T, también sorprendió la iniciativa de sus fieles seguidores. Emiliano Molina, diseñador de muebles, diseñó un cartel con el rostro geométrico y la cabeza blanca del originario de Macuspana y le agregó un “Gracias siempre presidente”.
Luego, invirtió 14 mil pesos para imprimir 2 mil ejemplares y se llevó la mitad al Zócalo para regalársela al pueblo.
La gente que se acercaba a preguntar si los vendía, se sorprendía ante el “no, llévate uno, toma”.
Un hombre de gorra azul, lanzó contento: “¡Vamos a acercarnos con el Peje para que nos lo firme!”.
Un hombre y una mujer de visión empresarial, de esos que el discurso oficial llamó alguna vez “aspiracionista”, cosieron bolsas de manta y les imprimieron frases conocidas del protagonista de este show:
“Amor con amor se paga”, “Abrazos no balazos” y “Es un honor estar con Obrador”.
Luego, ofrecían: “¡Lleve el bonito recuerdo útil… de a 100, de a 100”!
Por la esquina de 20 de noviembre un hombre sostenía una bandera con los colores patrios y en medio, una interpretación de la portada de la revista Letras Libres de enero de 2019, con los rostros de los presidentes Benito Juárez, Francisco I. Madero, Lázaro Cárdenas y López Obrador, pero le hizo un pequeño cambio de título de “El presidente historiador” a “Humanismo Mexicano”.
Luego, explicó: “¡Quisieron mofarse, pero se las revertimos!... Lleve su bandera de a 30 pesitos, llévela, llévela”.
En varios puntos del Zócalo llamaron la atención las fotos de López Obrador de estatura real impresas en cartón a las que la gente se podía acercar.
“¡Tómate la foto con el presidente!”, alentaban sus dueños, un grupo de Morena-Naucalpan.
La gente, sorprendida porque no cobraban, accedía con gusto, hasta unos jóvenes de traje, corbata y lentes de sol se acercaron a modo de relajo.
A las siete de la mañana llegó al Zócalo capitalino un grupo de amigos y familiares desde la alcaldía Coyoacán, quienes, con contradicciones entre sí, dijeron que fueron por su propio pie y luego que no, que en camionetas.
En lo que sí coincidieron es que no les habían dado de desayunar y ya pasaban de las 11 horas.
Más adelante, otras personas que llegaron más temprano, apartaron lugar en las sillas con sus bolsitas que les dieron con una botella de agua, un plátano y una torta para aguantar el sol.
Fueron los afortunados que no tuvieron que acercarse al módulo de atención médica instalado frente al Antiguo Palacio del Ayuntamiento, donde hacia el mediodía personal de la Secretaría de Salud ya había atendido a 16 personas: “traen baja de presión y dolor de cabeza porque no han desayunado y ya es bien tarde, además están en el Sol y deshidratados”, explicó una enfermera.
A cientos les vinieron bien las cachuchas que a Morena-CDMX les sobraron de la campaña a la Jefatura de Gobierno de Clara Brugada. A esas horas, el sol no distinguía militancia partidista.
Al lado, tres mujeres se arrullaban con el hablar “no de corrido” de López Obrador, pero brincaron por el susto de los gritos de “¡Fuera Piña!” del pueblo azuzado por la encuesta a mano alzada que organizó López Obrador para saber quién debe elegir a los jueces, ministros y magistrados del Poder Judicial.
Bien aprendido el discurso de la 4T, la gente coreó: “¡pueblo, pueblo, pueblo!”. También reaccionaron con un “¡noooo!”, cuando el del micrófono preguntó si ya estaban cansados.
Los aplausos subieron de tono, sobre todo de los adultos mayores, cuando recordó que en su gobierno ha subido el monto de la pensión bimestral para ellos. Un par de ancianos, abrazados, soltaron lágrimas de emoción.
Infaltable, se escuchó el “¡No estásl lado, tres mujeres se arrullaban con el hablar “no de corrido” de López Obrador, pero brincaron por el susto de los gritos de “¡Fuera Piña!” del pueblo azuzado por la encuesta a mano alzada que organizó López Obrador para saber quién debe elegir a los jueces, ministros y magistrados del Poder Judicial.
Bien aprendido el discurso de la 4T, la gente coreó: “¡pueblo, pueblo, pueblo!”.
También reaccionaron con un “¡noooo!”, cuando el del micrófono preguntó si ya estaban cansados.
Los aplausos subieron de tono, sobre todo de los adultos mayores, cuando recordó que en su gobierno ha subido el monto de la pensión bimestral para ellos.
Un par de ancianos, abrazados, soltaron lágrimas de emoción.
Infaltable, se escuchó el “¡No estás solo!” y el “¡Es un honor estar con Obrador!”.
Hacia el final, cuando el presidente se dijo feliz porque lo va a suceder Claudia Sheinbaum, lanzaron también el “¡pre-si-den-ta!”.
Hacia el mediodía, cuando López Obrador pasaba la mitad de su discurso y preguntaba si se podía “extender un poquito”, miles de simpatizantes ya se habían ido.
Otros tantos comenzaban a acercarse a las salidas de la plaza y de espaldas, aplaudieron cuando el presidente mencionó “las mañaneras” y cuando mandó “¡al carajo!” a quienes “democracia sin pueblo”.
A las 12:30 horas, cuando López Obrador dijo “ahora si ya, está por terminar mi mandato”, se escuchó un “¡nooo!” de entre la gente.
El lamento de inmediato se convirtió en aplausos y subió de volumen en la repetición de los “¡vivas!” que lanzó el tabasqueño.
Cuando el maestro de ceremonias anunció que seguía el Himno Nacional, una mujer subió a un banco de plástico, levantó a su “amlito” de peluche con la mano izquierda y entonó el “mexicanos al grito de guerra” para despedir al que solo algunos llaman “el mejor presidente de México”.