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¡EL MIEDO CALLA A TIERRA CALIENTE! -"VAN BIEN LAS COSAS, VAMOS BIEN, DE BUENAS"

Ni la vendedora de huaraches, ni la promotora de salud ni el campesino, ni siquiera el Presidente Andrés Manuel López Obrador, que en dos mítines, en Guerrero y el Estado de México, cruzando por Michoacán, apenas dijo unas cuantas palabras.

¡EL MIEDO CALLA A TIERRA CALIENTE! -"VAN BIEN LAS COSAS, VAMOS BIEN, DE BUENAS"

* Ni la vendedora de huaraches, ni la promotora de salud ni el campesino, ni siquiera el Presidente AMLO habla del tema...

TEJUPILCO, MÉXICO.- Tras la matanza, en esta región de la Tierra Caliente nadie habla.

Ni la vendedora de huaraches, ni la promotora de salud ni el campesino, ni siquiera el Presidente Andrés Manuel López Obrador, que en dos mítines, en Guerrero y el Estado de México, cruzando por Michoacán, apenas dijo unas cuantas palabras.

"Mejor no, es que ya ve que la delincuencia de aquí es difícil", dice uno de los pobladores.

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"Nunca nos han molestado nada", se excusa otro, buscando con la mirada un halcón, una sospecha, algo.

Un día después de la muerte de 14 personas en Texcaltitlán -10 sicarios, 4 campesinos que se defendían a palos y machetazos de las extorsiones-, López Obrador llegaba en helicóptero a Ciudad Altamirano, Guerrero.

En su segundo mitin, en Tejupilco, cuando ya se iba en su camioneta, custodiado por militares, pero entre una vorágine de saludos, se quejó de que le pidieran un mensaje sobre las víctimas.

"Un abrazo a las víctimas", expresó apenas.

"¿Le puede cortar esa parte? Es que ya ve que la delincuencia de aquí es difícil", pide Gleysiri, una joven artesana que llega por la mañana a Ciudad Altamirano, Guerrero, a regalarle al Mandatario dos pares de huaraches.

Unos bordados con su nombre; los otros, con "Refinería de Dos Bocas". "Mejor no, para evitar problemas; ahora sí que es mejor que no".

El miedo no habla, pero palpita en las sienes sudorosas. En las miradas que deambulan buscando un no sé qué, una sospecha, algo.

"Nuestro trabajo es peligroso, pero es muy bonito. A veces nos han mordido los perros, nos sigue la gente mala, andamos en el sol caliente trabajando", cuenta una trabajadora del programa Vectores, de prevención del dengue, que llegó al deportivo a pedir su base de trabajo tras 15 años de contratos sin respuesta.

Trae un chaleco beige en el calor de sauna, y apenas habla cuando se le pregunta por los malos que los persiguen:

"La verdad, nunca nos han molestado. Nunca, porque saben el trabajo que nosotros hacemos. Nunca nos han molestado nada".

El miedo es callarse, teniendo ganas de decir algo.

Mejor decir que la vida es llevadera, quejarse del sol, de los problemas de la edad, de que las becas no llegan, que todo normal. Hay gente mala, claro, pero es mejor cambiar de tema.

Los campesinos de Texcaltitlán, al sur del Estado de México, no se callaron.

El viernes por la mañana presuntamente fueron citados por los criminales de La Familia Michoacana para subirles la cuota de extorsión.

Estaban en un viejo campo de fútbol y rodearon a los sicarios. Hubo disparos al aire, palazos, machetes.

Cuatro pobladores y 10 criminales muertos. El horror y la valentía fueron grabados desde una ventana.

"Me voy a meter; les voy a decir", dice un viejo.

Correoso, su bigote blanco, su camisa a rayas, 78 años ya, por eso habla.

"Aquí en Tierra Caliente definitivamente la maña se está dando gusto. Entonces, te obligan a venderles tu maíz a 6 y ellos lo venden a las tortillerías a 18. A 18. Oye, es una cosa. Es un espanto", se queja.

Estaba en la entrada platicando con otro campesino a bordo de una bicicleta vieja; él decía que era mejor no hablar de esos temas.

"Si no haces nada, no te pasa nada". Pero el otro quería saber, incluso hablar con el Presidente.

"Yo le iba a decir: 'Óyeme, estamos... Es más, te voy a decir... ¿Sí vas a poder o no vas a poder? Aquí está decretado que no vas a poder. Y de una vez, dinos para nosotros cuidarnos. Porque hasta nosotros, a mí, inclusive, me tienen de reojo. Pero no me han podido hacer nada. Ni siquiera me han matado'''.

López Obrador llegó a Ciudad Altamirano en helicóptero. Entró en camioneta y prometió que hablaría adentro sobre lo ocurrido en Texcaltitlán.

De las rejas del deportivo colgaban mantas de la Gobernadora Evelyn Salgado agradeciendo el apoyo por el huracán Otis. Cientos de sombreros blancos se humedecían por el calor bajo la carpa.

"Esto que está pasando, que ayer lamentablemente se dio en el Estado de México, la extorsión o el llamado pago de piso, todo eso lo tenemos que combatir, pero entre todos. No olviden que le demos atención especial a que no aumente el consumo porque, si eso crece, ahí sí ya sería muy difícil", dijo el Presidente.

Tres líneas finales en un discurso de 40 minutos. Palabras encajadas a fuerza en una retahíla contra la supuesta falta de valores en Estados Unidos que ha provocado la epidemia del fentanilo.

Aferrado al podio, las piernas abiertas, un collar de flores, planteaba que la extorsión a las víctimas es culpa de los consumidores de drogas, por lo que se debe evitar que consuman los jóvenes:

"Tenemos que ofrecer a los jóvenes oportunidades, que no se sientan solos, que no haya vacío, hay que apapacharlos mucho, mucho amor".

El miedo puede ser una coraza. El miedo protege. De Altamirano, López Obrador fue a Tejupilco, en el Estado de México, a una hora en auto de Texcaltitlán.

Cinco camionetas militares, seis patrullas de la Guardia Nacional, tres de la Policía Estatal, una ambulancia estaban afuera del deportivo donde el Presidente tampoco iba a hablar sobre la matanza.

"¿Saben cuántos cuidaban al Presidente? Ocho mil elementos del Estado Mayor Presidencial. Aquí los tendría yo. No nos dejaría ni hablar. Todos esos elementos se fueron a la Secretaría de la Defensa y allá están, porque lo que hay que hacer es proteger, cuidar al pueblo, al Presidente lo cuida la gente", decía apenas.
Hablaba de otra cosa.

De lo bueno que es, de lo malos que fueron en el pasado, de que la corrupción es el origen de la violencia, de que su partido ganará la elección el próximo año, de los caminos, que siguen en mal estado a pesar de que en 2019 ordenó arreglarlos, de que no sólo de pan vive el hombre.

"Van bien las cosas, vamos bien, de buenas", sostuvo.

Delfina Gómez, Gobernadora del Edomex, había agradecido el apoyo por "los hechos lamentables en Texcaltitlán" y ahora aplaudía en el centro del escenario. "No, nada". "No, mejor no". "Todo bien, pues yo no soy de aquí, otro día", decían los pobladores a la salida, mirando la punta de sus sombreros, el sol que moría en la punta de las montañas.