CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– El peligro de su desaparición persigue al PRD desde las elecciones de 2021, cuando alcanzó apenas 3.8% de la votación, quedando en el filo de perder su registro como partido político, para el cual se exige un mínimo de 3 por ciento.
Presidente nacional del sol azteca, Jesús Zambrano rechaza este panorama apocalíptico: con optimismo asegura que su meta es doblar el porcentaje de 2021 e, incluso, alcanzar los dos dígitos de votación en la elección del 2 de junio próximo al ir en alianza con el PRI y PAN.
“El riesgo de pérdida de registro está siempre en cada elección para todos los partidos, pero esta de 2024, de ninguna manera, por todo lo que estoy viendo, analizando y valorando los apoyos que estamos teniendo de los liderazgos con los que estamos hablando y están integrándose al PRD, no está en riesgo el registro del partido. Eso lo expresan nuestros viejos y nuevos malquerientes”, sostiene el político sonorense.
Los propios perredistas que se acaban de salir, como el diputado Luis Ángel Espinosa Cházaro y, por su lado, el exgobernador de Michoacán Silvano Aureoles, manifiestan que está en duda la permanencia del partido.
Los números son una radiografía de la crisis en el perredismo, que en poco más de una década ha perdido 11 millones 700 mil votos.
En sus mejores tiempos, en 2012, obtuvo 13.5 millones de votos, pero a partir de entonces, principalmente con la renuncia al partido de Andrés Manuel López Obrador en ese año, tras la adhesión del PRD al Pacto por México, la caída ha sido estrepitosa: en 2015 cayó a 4.3 millones, en 2018 a 2.9 millones y en la última elección de 2021 apenas tuvo 1.8 millones.
En términos porcentuales, en cada elección legislativa federal desde 2012 la caída del PRD es más que claro y pinta para la desaparición de lo que fue la esperanza de la izquierda mexicana: de 27% de 2012 paso a 11.5% en 2015, luego a 5.5% en 2018 y, finalmente, a 3.7% en 2021.
Inanición
La sombra de la extinción también se puede ver en la pérdida del registro en 19 entidades federativas, las dos más recientes en las pasadas elecciones para gobernador en el Estado de México y Coahuila, donde ya no alcanzó el umbral de 3% de los votos que se requiere para subsistir en un sistema que cada vez se opta por el bipartidismo.
En el caso del Estado de México se hace más clara la crisis que sufre el perredismo, ya que en los comicios de 2017 logró un millón 84 mil 549 votos y en la elección del 4 de junio último apenas alcanzó 183 mil 227 votos.
La renuncia de López Obrador para formar su partido Morena, al que se fueron una buena parte de los militantes del PRD, también marcó el derrumbe del poder territorial y legislativo: si en 2006 alcanzó seis gubernaturas, 157 diputados y 36 senadores, hoy no gobierna ningún estado y su grupo en la Cámara de Diputados se empequeñeció por las renuncias de Luis Ángel Espinosa Cházaro, Marcelino Castañeda y Laura Lynn Fernández Piña al no quedar en la lista de las candidaturas reduciendo de 15 a 12 curules.
Zambrano. Optimismo. Foto: Montserrat López
Otro factor que impactó en la crisis del PRD en su parte legislativa fue cuando se sumaron junto con el PAN al proyecto de Enrique Peña Nieto “Pacto por México”.
A partir de ese apoyo renunciaron los diputados Lidia Villafuerte Zavala, Luz Estefanía Rosas Martínez, Carlos Torres Piña, Héctor Serrano Cortés, Emmanuel Reyes Carmona, Raymundo García Gutiérrez, Mauricio Toledo, Javier Salinas y Ricardo Gallardo Cardona. La bancada bajo de 19 a sólo una decena de diputados.
Frente a este panorama el 27 de enero último, después de que en la sede del PRD en la Ciudad de México entregaron al panista Santiago Taboada la constancia que lo acredita como candidato a la Jefatura de Gobierno de la alianza “Va por la CDMX”, el actual dirigente nacional perredista, Jesús Zambrano rechazó el riesgo de la extinción y habló de lo que espera es la tabla de salvación para este 2024.
“Los que han dicho que estamos en crisis están equivocados, no hay ninguna situación que amenace con escenarios de crisis y mucho menos que ponga en riesgo nuestro futuro. Vamos a integrar un gobierno de coalición”.
En entrevista con Proceso Digital, Zambrano dice que para el PRD la coalición con el PRI y PAN en la elección presidencial no necesariamente significa que les ayude a mantener el registro.
Inclusive asegura que “son víctimas del efecto popote, en el cual los partidos que aparecen con más posibilidades de ganar dentro de la alianza son los depositarios de la mayor confianza de los electores y les dan su voto”.
Argumenta que el PRD decidió ir en alianza con el PRI y PAN “no porque el PRD, como tal, necesite de la coalición para subir en votación, sino por responsabilidad con el país, porque aún con nuestra modesta fuerza electoral si la gente nos ve juntos a todos les damos más confianza para que pueda votar por la coalición, por cualquiera de los partidos que la integran”.
Sin embargo, el panorama no es halagador por las más recientes renuncias al partido por estar en desacuerdo con la dirigencia de Jesús Zambrano.
El PRD, que llegó a ser una de las primeras fuerzas políticas en el Poder Legislativo, e incluso en 2006 estuvo a décimas de conseguir la Presidencia de la República, hoy se desmorona con la salida de miles de sus militantes.
El escenario es de nubarrones para el llamado partido del sol azteca, pues el pasado 31 de enero, sólo en unas cuantas horas, de 15 diputados al inicio de la Legislatura pasaron a una docena.
Descontento
A la renuncia del coordinador de los diputados, Luis Ángel Espinosa Cházaro, le siguieron los legisladores Marcelino Castañeda y Laura Lynn Fernández Piña en protesta al procesamiento de las candidaturas, de las que quedaron fuera.
El recién designado coordinador del PRD en San Lázaro, Francisco Huacus Esquivel, argumentó que las renuncias son por desacuerdos porque no se les otorgaron espacios que demandaban.
“Hemos tenido tres bajas en estos días de turbulencia en el grupo parlamentario; se fueron Marcelino, Laura y Cházaro porque no quedaron nominados a una candidatura en la que tenían expectativas de competir. Junto con el presidente (del partido), Jesús Zambrano, hicimos el mayor esfuerzo para buscar una salida política”, comentó.
Previamente a esas tres renuncias, el desmoronamiento del PRD comenzó a finales del año pasado cuando Víctor Hugo Lobo Román, diputado del Congreso de la Ciudad de México, anunció esta tarde su renuncia al partido luego de 25 años de militancia.
Con él también se fueron la mitad de los integrantes del PRD en la capital del país, lo que significa: 16 presidentes en las alcaldías, 60 de 95 integrantes del Consejo estatal perredista, 15 consejeros nacionales por la capital del país y tres de cinco integrantes de la dirección estatal de ese partido.
De acuerdo con el legislador fueron alrededor de 65 mil militantes los que ese día se marcharon del PRD, debido a que “las decisiones de nuestro partido se han concentrado en una triada tirana en donde han despojado a los ciudadanos de la posibilidad de incidir”.
Jesús Zambrano, en entrevista, insiste en que no está en peligro el registro del PRD como partido nacional.
“Estamos haciendo todo un trabajo amplio en el país para estar muy por arriba del 3%, en la pasada (elección, la de 2021) estuvimos en 3.8 al final de los recuentos. En meros (cálculos) conservadores estimamos en doblar esa votación, y con optimismo decimos que vamos a trabajar para alcanzar los dos dígitos como los hemos tenido en otros momentos”, asegura el dirigente nacional del perredismo.