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¡MÉXICO VE UNA OPORTUNIDAD INCLUSO ANTE LAS AMENAZAS ARANCELARIAS DE TRUMP!

Un país que surgió como un atractivo centro de fabricación para las empresas centradas en Estados Unidos a medida que los aranceles a las importaciones chinas y los costos de envío pandémicos ponían de relieve los riesgos de depender de fábricas...

¡MÉXICO VE UNA OPORTUNIDAD INCLUSO ANTE LAS AMENAZAS ARANCELARIAS DE TRUMP!

MONTERREY.- Un país que surgió como un atractivo centro de fabricación para las empresas centradas en Estados Unidos a medida que los aranceles a las importaciones chinas y los costos de envío pandémicos ponían de relieve los riesgos de depender de fábricas al otro lado del océano.

Credit... Alejandro Cegarra para The New York Times

Al igual que gran parte del mundo empresarial mexicano, Daniel Córdova se encuentra lidiando con una enorme variable que se cierne al otro lado de la frontera estadounidense: el inminente regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.

Córdova dirige una fábrica a las afueras de la ciudad de Monterrey que fabrica unidades de calefacción y aire acondicionado para Trane, una empresa estadounidense.

La última vez que Trump fue presidente, desató una guerra comercial contra China que resultó beneficiosa para la industria mexicana.

Las empresas que dependían de fábricas chinas para fabricar artículos para el mercado estadounidense trasladaron la producción a plantas en México para evitar los aranceles de Trump.

Esa tendencia, conocida como “deslocalización cercana” o nearshoring, cobró impulso cuando el presidente Joe Biden amplió los aranceles a las importaciones chinas.

El aumento de los precios del transporte marítimo durante la pandemia acentuó los inconvenientes de depender de fábricas situadas al otro lado de los océanos.

Para las empresas que buscaban acortar la distancia entre las plantas de Asia y los clientes de Estados Unidos, México se presentaba como un lugar atractivo para fabricar sus productos.

Entonces, el mes pasado, el presidente electo Trump amenazó a la economía del nearshoring al prometer imponer aranceles del 25 por ciento a todos los productos procedentes de México y Canadá que entraran en Estados Unidos.

La industria mexicana se enfrentó a una pregunta de alto riesgo.

¿Trump estaba usando la amenaza de aranceles solamente como estrategia, esperando que esta presionara al gobierno mexicano para detener el movimiento de personas y drogas hacia la frontera?

¿O realmente se disponía a imponer aranceles a las importaciones mexicanas para obligar a las empresas a trasladar la producción a Estados Unidos?

El ritmo de la inversión y el crecimiento del empleo en México penden de un hilo, junto con la disponibilidad de una gran profusión de bienes importados en Estados Unidos, desde frutas y verduras frescas hasta piezas de automóviles.

En la fábrica de Trane en el enclave industrial de Apodaca, Córdova se está preparando.

Si los aranceles se materializan, la empresa podría trasladar los pedidos a sus fábricas estadounidenses.

Sin embargo, él sigue siendo optimista en cuanto a que prevalecerá el statu quo, porque las economías mexicana y estadounidense dependen la una de la otra en cuanto a piezas y materias primas para sus propios productos acabados.

Aunque se sabe que Trump es impredecible, Córdova no se lo imagina impidiendo la circulación de productos a través de la frontera, una medida que, según advierten los economistas, elevaría los precios para los consumidores estadounidenses y ralentizaría el crecimiento económico.

“Estamos juntos en esta aventura, Estados Unidos y México”, dijo Córdova, mientras las máquinas de su fábrica golpeaban trozos de metal para convertirlos en piezas de calefactores que se ensamblarían en Tennessee.

“Nos necesitamos mutuamente. Un divorcio nunca es barato”.

Mientras el gobierno de Trump promete una extensión de la guerra comercial, las empresas mexicanas siguen ampliando sus fábricas.

Asumen que su país sigue siendo fundamental para el objetivo estadounidense más ferviente: reducir la dependencia de las fábricas de China.

Muchos líderes empresariales mexicanos afirman que sus empresas están posicionadas para prosperar durante otro gobierno de Trump.

Mientras él siga adelante con su promesa de aumentar los aranceles a las importaciones chinas, eso ampliará la necesidad de lugares alternativos para fabricar productos.

“Trump odia a China más de lo que odia a México”, dijo Isaac Presburger, cuya empresa familiar de confección a las afueras de Ciudad de México lleva mucho tiempo exportando a Estados Unidos.

“Esta es una gran oportunidad”.

Por ahora, reina la incertidumbre. Mazda, el fabricante japonés de automóviles, está aplazando futuras inversiones en México hasta que los planes de Trump tomen forma.

Honda ha dicho a los inversores que los aranceles sobre los vehículos fabricados en México podrían obligarle a considerar trasladar la producción a otro lugar.

“Si yo fuera miembro de un consejo de administración o director ejecutivo, me lo pensaría mucho ahora mismo antes de invertir en México hasta que haya más claridad”, afirmó Shannon K. O’Neil, experta sobre América Latina del Consejo de Relaciones Exteriores en Nueva York.