* Habla un sobreviviente de la tragedia marítima en exclusiva para NOTIVER
Por FEDERICO GARCIA
Reportero de NOTIVER
El 24 de febrero de 1987 se hundió el barco Tuxpan, con 27 tripulantes, al norte de las Azores, se trató sin duda de una tragedia náutica de marineros veracruzanos que, recuerda con nitidez, Jesús Mendoza, quien salvó la vida por azares del destino.
A 38 años de la tragedia marítima, Mendoza recuerda que trabajaba a bordo del Tuxpan, pero ese día del naufragio no navegaba porque estaba internado en el IMSS, en el puerto de Tuxpan, a causa de fractura en una pierna.
“Navegábamos con mal tiempo y yo estaba haciendo trabajos de soldadura en un nuevo hidroforo para el agua potable cuando, de pronto, por la fuerte marejada caí y rodé por varios metros en la embarcación”, recordó.
“Sufrí un golpe en la cadera y cuando me levantaron ya no podía sostenerme en la pierna izquierda, me quedó como guanga, mis compañeros me cargaban para hacer trabajos especiales en el cuarto de máquinas y, así, llegué hasta el puerto de Tuxpan”, dijo Mendoza.
“Bajé en ese puerto y fui trasladado al IMSS, llevaba una pierna fracturada y, aún cuando era mi deseo continuar navegando a bordo del carguero Tuxpan, los médicos recomendaron que no lo hiciera, me quedé en tierra y pudo salvar la vida”.
El barco Tuxpan zarpó sin Jesús Mendoza y el 24 de febrero del año 1987 naufragó cuando navegaba al norte de las Azores, murieron 27 tripulantes.
Ya jubilado, Mendoza recordó que, al día siguiente del naufragio, en las páginas del diario NOTIVER apareció la lista de los marinos muertos y allí apareció su nombre, “mis familiares y amigos me llamaban por teléfono para saber cómo estaba, les decía que estaba bien, que estaba vivo.
“Recuerdo que me presenté en la redacción para solicitar que se corrigiera y dijeran que no había muerto por los motivos que habían publicado, entonces, al día siguiente, apareció mi fotografía en primera plana donde informaban que había sobrevivido al hundimiento del Tuxpan.
Mendoza no radica en el puerto de Veracruz, pero de vez en cuando viaja hasta el malecón porteño y, mirando fijamente hacia el mar, recuerda a sus compañeros marinos mercantes, los que perdieron la vida en aquel naufragio del carguero Tuxpan.