Por NOEMÍ VALDEZ
Reportera de NOTIVER
Zoila Flor Martínez García, candidata a la Maestría en Ingeniería Civil de la Universidad Veracruzana (UV) en la región Poza Rica-Tuxpan, y Armando Aguilar Meléndez, egresado de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), reconocieron la posibilidad de que en México ocurran sismos devastadores como los de Turquía en febrero de este año.
En su participación en el programa “Tardes de Ciencia”, organizado por la Dirección General de Investigaciones de esta casa de estudios, ambos plantearon la necesidad de conocer lo ocurrido con los sismos en Turquía para proporcionar apoyo posterior al movimiento telúrico.
“Fue un terremoto de 7.8 grados, aunque se detectaron otros desde ocho horas después del primer evento. La gran particularidad es que no estuvieron vinculados a la misma falla tectónica”, dijo Aguilar Meléndez.
Agregó que los sismos más intensos registrados en el mundo son alrededor de magnitud 9, y los que se dieron en Turquía fueron de 7.5 y 7.8, suficiente para causar graves daños.
“Ocurrieron con menos de un día de diferencia entre uno y otro; apenas se atendía la emergencia del primero cuando se desató el siguiente.”
No en todas partes hay aparatos de medición, por lo que se pierde información muy valiosa, añadió, “en el caso de Turquía sí hay datos que muestran valores de aceleración muy grandes, cerca de dos mil centímetros sobre segundo al cuadrado, esto es dos veces la aceleración de la gravedad. Imaginen un edificio sometido a estas aceleraciones, cuando los autos de carreras eventualmente alcanzan estos valores.”
Mostró mapas de las ciudades más afectadas, así como zonas de Siria donde muchos edificios quedaron tan dañados que debieron demolerse.
Quedó en evidencia que muchos inmuebles fueron construidos con materiales de mala calidad.
A la pregunta ¿por qué tiembla en México?, los ponentes mostraron imágenes de las cinco placas tectónicas que interactúan, siendo la de Cocos la que provoca el mayor número de sismos en territorios de Oaxaca y Guerrero.
La incidencia es menor al norte del país; Veracruz se ubica en una zona de actividad moderada. La mayoría es resultado de la liberación de energía acumulada por la interacción de las placas