* La tradicional "negreada" tuvo en esta ocasión una magia muy especial debido al reciente nombramiento de Naolinco de Victoria como Pueblo Mágico, lo que atrajo a cientos de visitantes nacionales y extranjeros este fin de semana
NAOLINCO DE VICTORIA, Ver.- (AVC) En el marco de las fiestas patronales en honor a Sam Mateo Apóstol, que se llevan a cabo en Naolinco de Victoria, nuevamente, como es tradición hace muchos años, se llevó a cabo la danza de moros y cristianos.
Esta danza que rememora lo ocurrido en la península ibérica con la invasión musulmana, tuvo en esta ocasión una magia muy especial debido al reciente nombramiento de Naolinco como Pueblo Mágico que atrajo a cientos de visitantes nacionales y extranjeros.
La danza de moros y cristianos consiste en la representación de personajes como el rey Pilatos, los “Santiagos” y los “Caine”, los cuales representan a la cristiandad, además los danzantes, que se caracterizan de diferentes personajes.
Los cristianos se enfrentan a “planazos” con espadas de madera en contra del invasor, incluidos golpes, patadas y empellones verdaderos, y salen triunfantes a recorrer las calles.
Por 700 años aproximadamente los árabes permanecieron en parte de la península ibérica, principalmente España, donde se desenvuelve y nace esta tradición que fue retomada por la iglesia católica para catequizar nuestro país.
En la región de Naolinco la lucha contra los invasores se representa desde hace décadas, los niños aprenden la danza, los movimientos, el tipo de ropaje y con los años le dan continuidad a las nuevas generaciones.
La representación de las danzas por las calles de Naolinco se extiende hasta el próximo tres de octubre, de tres de la tarde a nueve de la noche, concluyendo con la quema de antorchas y el entierro del hueso.
Con un último enfrentamiento entre moros y cristianos y el entierro del “hueso”, culminan las fiestas.
En la llamada “novena” del 3 de octubre, todos los grupos recorren por la noche las calles de la población, acompañados de antorchas, dando un toque mágico a esta fiesta.
El “hueso”, que en realidad es un fémur de res puesto a secar, representa la muerte de la festividad y va dentro de una urna de madera que decora la familia anfitriona de la última bailada y encabeza la procesión de cientos de almas que invaden las calles.
Hombres, mujeres y niños van ataviados con máscaras, penachos, trajes, disfraces y acompañados de música y juegos artificiales que cada cinco minutos son lanzados al cielo.
Larga es la procesión que se extiende por varias cuadras, acompañada por sendas antorchas encendidas, sostenidas por naolinqueños enmascarados, culminando la celebración en el zócalo de la población donde se coloca el “huesito”, en el kiosko y se toca el último son.