Por el Dr. Rafael Valentín Aguirre Meneses.

El regreso del médico clínico

El analizar los efectos del progreso tecnológico sobre el costo de la Medicina, muchos estudiosos han señalado que el culpable del encarecimiento es el propio médico, y no la tecnología.

Con frecuencia, dicha tecnología ha sido creada para ganar precisión y seguridad en algún área diagnóstica, y su utilización está indicada en sólo un determinado número de casos particularmente dudosos.

Sin embargo, es frecuente que, en busca de una mayor seguridad, el médico apele a auxiliares diagnósticos costosos, siempre y cuando tenga a su disposición el equipo adecuado.

De acuerdo con la literatura, ésta es una tendencia que va en aumento en muchos países del mundo, y es larga la lista de artículos de análisis sobre la necesidad o no de una amplia gama de pruebas clínicas, concluyendo en la mayoría de los casos que proporciones importantes de los estudios ordenados resultaban superpuestos, irrelevantes o de escasa especificidad para el cuadro que se deseaba confirmar.

Igualmente, se fue haciendo más común la acusación de que el médico iba “perdiendo su alma”, ante la creciente utilización de los auxiliares tecnológicos.

Se afirmaba que el facultativo, ya no veía pacientes, ni síntomas, ni siquiera órganos, sino exclusivamente “printouts” de computadoras.

Esta era, se decía una Medicina despersonalizada, insegura, y básicamente irresponsable, ya que el profesionista escamoteaba su compromiso con el paciente detrás de lecturas mecanicistas de datos.

Culpable de todo esto no era la máquina, ya que no era ella la encargada de entrevistar al paciente, sino el médico que, al irle tomando cada vez mayor confianza al auxiliar diagnóstico, ha limitado la clase de preguntas que le hacía a su enfermo, en función de los datos que resultaban relevantes para su diagnóstico computarizado.

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