Pasamos alrededor de una tercera parte de nuestra vida durmiendo (o por lo menos deberíamos, de acuerdo con los expertos del sueño).
Durante muchos siglos, los científicos han profundizado más en los aspectos triviales de la actividad humana, pero han mostrado poco interés en el tiempo que las personas pasan durmiendo.
El sueño parecía inaccesible a las pruebas médicas y se percibía como un periodo invariable de inactividad, un tema más bien para los poetas y los interpretadores de sueños que podía conjurar un significado de la nada.
Todo eso cambió en la década de 1930, cuando científicos aprendieron a colocar electrodos sensibles sobre la piel cabelluda y registrar las señales producidas por la actividad eléctrica cerebral.
Estas ondas cerebrales pueden verse en el electroencefalograma, el cual hoy en día a menudo se captura en el monitor de una computadora.
Después de unos años de estudio de las ondas cerebrales, fue claro que el sueño es una actividad altamente compleja.
Los científicos ahora describen varias etapas discretas del sueño, que han distinguido mediante el uso de electrodos para monitorear los movimientos de los ojos, el tono muscular y los patrones de ondas cerebrales de los que duermen.
Los científicos dividen el sueño en dos tipos principales: movimiento ocular rápido (MOR o REM, por sus siglas en ingles) o sueño de ensoñación y el sueño no MOR (o sueño quieto).
Sorprendentemente, son tan diferentes uno del otro como el sueño y la vigilia.
Si por alguna razón no se obtiene la correcta cantidad de sueño, no se tiene que sufrir en silencio o tambalearse de un lado a otro dentro de una neblina de fatiga, ya que existen tratamientos médicos que pueden lograr obtener el sueño necesario para una salud óptima, seguridad y bienestar.
Es todo por el momento, si requieres alguna información extra llama al 22 97 02 76 34 o al 22 95 20 48 59.