Por el Dr. Rafael Valentín Aguirre Meneses.
La enfermedad del beso
El trastorno se caracteriza por fiebre, dolor de garganta, ganglios linfáticos inflamados (usualmente en cuello, axilas y garganta), aumento del tamaño del bazo (órgano situado al lado izquierdo del abdomen, el cual funciona como filtro de la sangre y productor de anticuerpos), pérdida del apetito, fatiga y dolores musculares.
Así mismo, dependiendo de la persona también pueden presentarse nauseas, color amarillo de la piel, dolor de cabeza, ojos llorosos y dificultad para respirar.
El diagnóstico se establece a partir de los antecedentes epidemiológicos y del cuadro clínico, y para su confirmación hay que llevar a cabo análisis serologicos (en sangre) para detectar la presencia del virus referido.
También es necesario realizar frotis faringeo (estudio en busca de bacterias) para descartar inflamación de amígdalas por estreptococo (frecuentemente asociada a la enfermedad que nos ocupa).
Cabe señalar que, una vez que determinada persona ha padecido mononucleosis, el germen permanece latente de por vida en la garganta y células sanguíneas, por lo que puede reactivarse periódicamente, aunque usualmente sin los signos mencionados.
El tratamiento es sintomático, es decir, se trata únicamente de aliviar los efectos del virus (calmar dolores, bajar la fiebre y evitar que los órganos linfáticos continúen inflamándose).
Además, no hay medicamento capaz de eliminarlo ni vacuna para prevenirlo, por lo cual se debe esperar a que el individuo lo elimine por sí solo, guardando absoluto reposo cuando menos de 2 a 5 semanas.
Asimismo, la actividad física en general debe ser limitada durante periodo aproximado de un mes debido a la inflamación del bazo, ya que al encontrarse crecido un simple golpe basta para que se reviente con fatales consecuencias.
La mayoría de las personas con mononucleosis infecciosa se recuperan completamente sin problema, ya que no es una enfermedad grave.
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