DAVID MANUEL MARTÍNEZ PÉREZ PSICOTERAPEUTA CLÍNICO
Certificado en Hellinger Sciencia
ENVIDIA
“EXPANDIENDO LA PERCEPCIÓN DE LA REALIDAD”
Hablemos de la envidia... La envidia es un veneno. La envidia es un obstáculo hacia la vida. La envidia son celos.
Los celos es mirar con maldad al otro.
La envidia es miedo e ira incontrolable.
La envidia es vacío, carencia material y espiritual.
La envidia es falta de sentido existencial.
La envidia es el precio que pagan los mediocres a las personas alegres, inteligentes y exitosas.
No existe “envidia de la buena”, la “envidia de la buena” es la máscara de la hipocresía.
La envidia es desear lo que otro tiene pero sin pagar el precio correcto para obtenerlo.
La envidia es ceguera para ver nuestros atributos.
La envidia es muerte espiritual y agonía emocional.
A la vida venimos a ganarnos el derecho de la vida, de la alegría, del éxito y de la riqueza material y espiritual, otros sólo viven y existen para envidiar el éxito de los demás, al que se ocupa de obtener lo que merece.
La envidia es el sufrimiento de los que nunca alcanzarán ser nuestros verdaderos amigos, por fuera sonríen y por dentro hierven de envidia.
Muchos envidiosos no sólo quieren lo que tú tienes, quisieran que no lo tuvieras tú. El secreto de la envidia es que el envidioso quiere tu vida, es decir, te quieren muerto.
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SIN RESPONSABILIDAD
Ninguna mujer es responsable de las cargas emocionales de un hombre... Si hay confusión y oscuridad, mejor que no venga.
Si arrastra mujeres amarradas a su espalda, mejor que no venga. Si no ha solucionado las cosas con mamá, mejor que no venga.
Si nunca ha tenido treinta semanas de soledad, mejor que no venga.
Si no se hace cargo de su propia energía, mejor que no venga.
Si no le duele el pecho al ver a un animal llorar, mejor que no venga.
Si tiene el corazón guardado en una armadura, mejor que no venga.
Si necesita un harén para brillar, mejor que no venga.
No somos centros de rehabilitación sentimental, si no se sostiene a sí mismo, será mejor que no venga.
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EL HÁBITO DE SENTIRNOS OFENDIDOS
1.- Entiende que nadie te ha ofendido.
Son tus ideas acerca de cómo deberían actuar las personas, las que te hieren.
Estas ideas son producto de una máscara social, que has aprendido desde tu infancia de forma inconsciente.
Reconoce que la mayoría de las personas NUNCA van a cuadrar con esas ideas que tienes.
Porque ellos tienen las suyas.
2.- Deja a las personas Ser.
Deja que guíen su vida como mejor les plazca.
Es su responsabilidad.
Dales consejos si te los piden, pero permite que tomen sus decisiones.
Es su derecho divino por nacimiento: el libre albedrío y la libertad.
3.- Nadie te pertenece.
Ni tus padres, ni amigos ni parejas.
Todos formamos parte del engranaje de la naturaleza.
Deja fluir las cosas sin resistirte a ellas. Vive y deja vivir.
4.- Deja de pensar demasiado.
Ábrete a la posibilidad de nuevas experiencias.
No utilices tu inventario.
Abre los ojos y observa el fluir de la vida como es.
Cuando limpias tu visión de lentes oscuros y te los quitas, el resultado es la limpieza de visión.
5.- La perfección no existe.
Ni el padre, amigo, pareja perfectos.
Es un concepto creado por la mente humana que a un nivel intelectual puedes comprender, pero en la realidad NO EXISTE.
6.- Disfruta de la vida.
La vida real es más hermosa y excitante que cualquier idea que tienes del mundo.
Me complacerá decírtelo por experiencia.
7.- Imagina a esa persona que te ofendió en el pasado.
Imagínate que ambos están cómodamente sentados.
Dile por qué te ofendió.
Escucha su explicación amorosa de por qué lo hizo. Y perdónala. Si un ser querido ya no está en este mundo, utiliza esta dinámica para decirle lo que quieres.
Escucha su respuesta. Y dile adiós.
Te dará una enorme paz.
8.- A la luz del corto periodo de vida que tenemos, sólo tenemos tiempo para vivir, disfrutar y ser felices.
Nuestra compañera la muerte en cualquier momento, de forma imprevista, nos puede tomar entre sus brazos.
Es superfluo e inútil gastar el tiempo en pensar en las ofensas de otros.
No puedes darte ese lujo.
Vuelve a leer este post las veces necesarias y deja que los conceptos, empiecen a sembrar semillas de consciencia en tu interior.
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Cada mañana, en África, una gacela se despierta; sabe que deberá correr más rápido que el león, o éste la matará.
Cada mañana, en África, un león se despierta; sabe que deberá correr más rápido que la gacela, o morirá de hambre. Conclusión: no hay diferencia entre si eres gacela o león.
Cuando el sol salga, tú tienes que empezar a correr por tus sueños.
“La vida no espera a que estés bien o mejor, la vida pasa conmigo y sin mi”.
“El león cuando tiene hambre, el león se levanta con fuerza y con coraje a cazar”
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Psicoterapia Práctica
Manuel David Martínez
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