DAVID MANUEL MARTÍNEZ PÉREZ


PSICOTERAPEUTA CLÍNICO Certificado en Hellinger Sciencia

INOCENCIA

“PERCIBIENDO EL OTRO LADO DE LA REALIDAD”

CUANDO EL CULPABLE SIEMPRE ES EL OTRO


El culpable siempre es el otro.

El tóxico siempre es el otro.

El negativo siempre es el otro.

El inconsciente siempre es el otro.

El poco empático siempre es el otro.

El causante de mi fracaso siempre es el otro.

El poco evolucionado siempre es el otro.

El incoherente siempre es el otro.

El insensible siempre es el otro.

El ignorante siempre es el otro.

El poco atento siempre es el otro.

El desagradecido siempre es el otro.

El que tiene que cambiar SIEMPRE es el otro.

Y la vida sigue pasando...

Y la “culpa” siempre la tiene el otro.

Y me sigo quejando. Y la “culpa” siempre la tiene el otro.

Y sigo exigiendo lo que yo no me doy (ni pienso darme nunca).

Y la “culpa” siempre la tiene el otro.

Y sigo criticando en lugar de mejorar.

Y la “culpa” siempre la tiene el otro.

Y sigo sin atreverme a hacer cosas nuevas que cambien mi percepción.

Y la “culpa” siempre la tiene el otro.

Y sigo sin RESPONSABILIZARME (esta es la palabra) de mi vida y de lo que genero en mi entorno.

Y la “culpa”, cómo no, es del otro… Despierta... El otro eres tú.

Dicen que en esta vida, gana el que olvida.

Pero no. El que recuerda sin que le duela. Ese... ese es el verdadero ganador.
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La verdad de quién eres es conciencia: no eres ni tu nombre, ni tu cuerpo, ni tus emociones ni tus pensamientos.

Esto sólo son envolturas que vienen y van. Nacen, tienen una existencia en el tiempo y mueren.

La conciencia no viene ni va.

Está aquí ahora.

No conoce ningún otro tiempo.

La conciencia es libre.

No está ligada por ningún nombre o concepto.

No está limitada por las nociones de tiempo o espacio.

No le afectan las emociones o la enfermedad.

Tú eres pura conciencia.

Siempre has sido libre, porque siempre has sido consciente.

Te has experimentado a ti mismo como un punto de conciencia, y desde ahí has imaginado que estás limitado a ser un cuerpo.

Este reconocimiento, aunque sólo dure un instante, es el comienzo de una auto-indagación que va profundizando hasta el infinito.

Supone el final de la preocupación por los ciclos de autodefinición, y el principio de la verdadera auto-exploración, que no conoce límites.

Este “detenerse” es dejar de buscarse en los pensamientos, emociones, circunstancias o imágenes corporales.

Es así de simple.

La búsqueda acaba cuando te das cuenta de que la realización verdadera y duradera que has estado buscando, está exactamente donde tú estás.

Está aquí.

Está en ti, está en mí, está en toda vida, tanto consciente como inconsciente.

Está por todas partes.

Mientras la busques, no podrás encontrarla, porque aceptas, de forma implícita, que está en alguna otra parte.

Estás persiguiendo continuamente una mentira.

La verdad de quién eres es absolutamente simple.

Está más cerca de ti que tus pensamientos, más cerca que los latidos del corazón, más cerca que la respiración.

Si crees que tus pensamientos son verdad, si consideras que los pensamientos son la base de tu realidad, siempre pasarás por alto lo que está más cerca, lo que ha estado llamándote a lo largo del tiempo, diciéndote:

“¡Estás aquí! ¡Estás en casa! Entra. Quédate en casa”.

Estar en casa es simplemente estar aquí.

Posponer este simple “estar aquí” es involucrarse en las infinitas, complejidades de la autodefinición y la identificación errónea.

Ahora mismo tienes la oportunidad de detenerte y de decir la verdad, sobre la llama de conciencia que es la esencia de tu ser.

Elegir negarla es sufrir.

Elegir rendirse a ella es el fin de todo sufrimiento estéril. Cuando te encuentras contigo mismo, cuando te amas a ti mismo, cuando reconoces que esta llama de verdad que amas eres tú mismo, no necesitas buscar el amor, ni tratar de extraerlo.

Te sientes pleno.

En este punto de nuestra historia humana, lo que antes estuvo reservado para los seres más especiales, está ahora al alcance de la gente común.

Como nos hemos considerado personas normales, hay cierta puerta de nuestro cerebro y de nuestro corazón, que hemos mantenido cerrada a la verdad que está en el centro de todo.

Pero en este momento se ha producido una grieta en nuestro condicionamiento.

Si estás leyendo esto, es porque, en alguna medida, estás preparado para ser consciente de ello; de otro modo no habrías elegido este libro.

Éste es el tiempo en el que el despertar se vuelve normal.

El despertar tiene que ver contigo: no sólo con los nacidos bajo las estrellas más brillantes; también con la gente común.

Entiendo que si estás leyendo esto, es porque tienes una profunda intención de ser libre, cierta intención de despertar.

Esa intención es la que te llama a volver a casa.

No tengo intención de enseñarte nada, ni de arreglar nada.

No hay nada que aprender en cuanto a la verdad simple y absoluta de quién eres.

La verdad de quién eres está más cerca de lo que puede llegar a aprenderse.

¿Qué pasaría si, en este momento, simplemente como un experimento y con espíritu de auto-indagación, dejaras a un lado todo lo que has aprendido respecto a quién eres, incluidas todas tus esperanzas y miedos y abrieras la mente a descubrir la verdad de tu ser?

Es muy simple.

La verdad siempre está aquí.

Te invito a que detengas todo movimiento mental que te aleja de la verdad, para que puedas descubrir directamente por ti mismo, esta joya que vive dentro de ti y es un diamante en tu bolsillo.

“La vida es una tormenta. Disfrutarás de la luz del sol en un momento, serás destrozado en las rocas al siguiente. Lo que te hace un hombre es lo que haces cuando llega la tormenta”.
Alejandro Dumas

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Psicoterapia Práctica
Manuel David Martínez
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