DAVID MANUEL MARTÍNEZ PÉREZ
PSICOTERAPEUTA CLÍNICO Certificado en Hellinger Sciencia
LAS CARICIAS DE DIOS
SI CAMBIAS DE LUGAR; CAMBIAS DE SUERTE Y DE DESTINO
“Meshané makam,
meshane mazal”
“PERCIBIENDO EL OTRO LADO DE LA REALIDAD”
Es difícil resumir esas alegrías rápidas que tenemos durante la vida.
Las alegrías fugaces a las cuales muchas veces no les damos la debida importancia...
Yo llamo a estos momentos “Las caricias de Dios”.
No son fruto del azar.
Son caricias que Dios nos regala, aún sabiendo que casi siempre las atribuimos a la suerte y a las coincidencias.
Son las caricias de Dios:
El cariño inesperado de un hijo.
El dinero olvidado en la ropa.
El olor a comida antes de abrir la puerta de casa.
El sueño que llega cuando lo necesitas.
Una solución que llega de repente.
Alguien que te hace un cumplido, sin saber que estás escuchando.
Alguien que elogia a tu hijo.
Una fiebre que baja.
Un mostrador sin cola.
Un lugar para estacionarse junto a la entrada.
Un vuelo tranquilo.
Pájaros cantando al amanecer.
Cuando nace lo que sembramos.
La brisa del mar.
Cuando pasa el dolor.
Cuando resuena un beso.
Cuando firman el contrato.
Cuando el abrazo aprieta.
Cuando el amor florece en el otoño/invierno de la vida.
Cuando un amigo sana de una enfermedad.
Cuando la foto sale bien.
Cuando la mesa está puesta para la comida familiar del domingo.
Cuando llega el depósito.
Cuando llama alguien especial.
Cuando te sientes feliz con tu vida y con tu trabajo.
Cuando tus hijos te abrazan y te dicen “te quiero”.
Cuando ocurren esas cositas, que no tienen explicación... pero te hacen sentir tan bien...
Cuando el libro te enseña algo nuevo e interesante.
Cuando la compañía es buena.
Cuando sobra dinero para ahorrar, para invertir, para el sustento y para la diversión.
Cuando el bebé se ríe.
Cuando dicen tu nombre con cariño.
Cuando la vista desde tu silla da a la ventana.
Cuando llega la primavera para ti y para tu familia.
Cuando el médico dice: “estás muy bien”.
Cuando se pone el sol.
Cuando el pan está calientito.
Cuando hay música suave que te alimenta el alma.
Cuando un ser querido te pasa la mano por el cabello.
¡Cuando pensabas que era demasiado tarde, pero descubres que aún estás a tiempo!
Busca las pequeñas alegrías.
Existen todos los días.
¡Son “Las caricias de Dios”! Y qué bien nos hacen...
———————————————
LLORA COMO HOMBRE
Desde dentro y que te queme, llora lo que no te dejaron llorar de niño porque era de débiles.
Llora hasta que te canses y quedes dormido, hasta que sientas ese alivio reconfortante de no quedarte con nada dentro.
Llora hasta que no salgan lágrimas, quítate de los hombros cargas que no son tuyas, sufre tu corazón roto.
Saca lo que escondiste bajo la alfombra, léelo hasta que llores.
Llora como hombre, con el corazón fuerte golpeándote el pecho, no te incapacites emocionalmente, quítate la fuerza ficticia de la mente donde te repiten qué fuerte es el hombre que no llora.
Llora, límpiate el alma con las lágrimas, lávate y véndate las heridas, no las traigas abiertas para decir que eres hombre de guerra.
De valientes es quitarse la piel muerta y exprimir lo que no sirve.
Llora porque eres fuerte, llora porque sientes, llora porque estás vivo, llora porque eres hombre.
Pide ese abrazo, pide esa palabra, pide ese hombro, no está mal, no hay nada de malo en llorar, no lo reprimas, no lo ocultes.
Las niñas no lloran.
Los niños no lloran.
Lloran los humanos.
No siempre soy fuerte.
No tengo la obligación de serlo.
No tengo nada que demostrarle a nadie.
A veces lo único que necesito es aislarme para recuperarme.
La soledad cura lo que la compañía no puede.
——————————————
NO VIVAS SÓLO POR TUS HIJOS
Te lo suplico ¡no vivas sólo por tus hijos!
No sólo no lo necesitan, eso les hace daño.
Cuando el niño se convierte en la razón de vivir de sus padres eso es demasiado para él.
Es como si lo encerraran en una habitación en la que un día se acabará el aire; aunque al principio puede respirar, llegará el día que empiece a ahogarse.
Ahogarse en medio de tanto “amor y cuidado”.
Por eso te suplico, no vivas sólo por tus hijos.
Encuéntrale otro significado a la vida, encuéntrale otro sentido al hecho de ser papá o mamá.
Para que los niños y niñas que nazcan en nuestro planeta no se conviertan, en deudores y víctimas de tu ”caridad” y cuidado.
Ama a tu cónyuge.
Los niños crecerán y él o ella se quedará contigo.
Puedes ser tú quien dé ejemplo a los niños acerca de cómo llevar una vida de pareja saludable, para que ellos mismos quieran tener su propia familia, pero también puedes trLos niños crecerán y él o ella se quedará contigo.
Puedes ser tú quien dé ejemplo a los niños acerca de cómo llevar una vida de pareja saludable, para que ellos mismos quieran tener su propia familia, pero también puedes truncar el deseo de tu esposo o esposa si te metes demasiado en los problemas de tus hijos y te olvidas de él o ella.
Ámate.
No te olvides de ti mismo cuando luches por la felicidad de tus hijos.
No te niegues un vestido o una corbata (por ejemplo) por comprar un nuevo juguete, no cambies tu salón de belleza o tu hobby por pagar un nuevo profesor particular; si tú no cuidas de ti mismo ¿qué le puedes dar a los demás? ¿qué ejemplo les darás? ¿qué amor?
Búscale sentido a la vida más allá de lo material.
Dales a tus hijos la oportunidad de vivir y respirar.
Así podrán crecer y desarrollarse en el área que tengan destinada.
Nuestro rol como padres es muy sencillo: regar a tiempo, no ocultar el sol, proteger de las malezas; después el niño, tal como una flor, podrá crecer por su cuenta y mostrar lo mejor de sí.
Pensando en tirar la toalla, decidí dejarla secar al sol.
Las cosas se sanan con la luz, no tapando, menos abandonando.
Tan valioso lo que tengo dentro, como lo que muestro afuera, el sol revitaliza, en la humedad y la sombra se crean inquilinos que no me corresponden.