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VIVIENDO CON SENTIDO | LEALTADES TÓXICAS - Las lealtades son una especie de “códigos” que están situados en lo más profundo de tu mente en forma de creencias y, de todo tipo de inhibiciones que te paralizan….

Las lealtades son una especie de “códigos” que están situados en lo más profundo de tu mente en forma de creencias y, de todo tipo de inhibiciones que te paralizan…

DAVID MANUEL MARTÍNEZ PÉREZ
PSICOTERAPEUTA CLÍNICO
Certificado en Hellinger Sciencia

LEALTADES TÓXICAS

“PERCIBIENDO EL OTRO LADO DE LA REALIDAD”

Las lealtades son una especie de “códigos” que están situados en lo más profundo de tu mente en forma de creencias y, de todo tipo de inhibiciones que te paralizan.

Pero no todos los contratos están sobre papel, ni siquiera son verbalizados, ni tampoco todos están en el plano de la consciencia.

Más aún, como en el caso del nombre, la educación familiar y la religión, por otro lado hay contratos que aceptamos en desigualdad de condiciones porque se “sellan” en la más tierna infancia: el niño intuye que el incumplimiento implica no ser querido, lo que significa la muerte emocional y las enfermedades psicosomáticas.

Nuestro cerebro más primitivo nos dicta la orden de obedecer cuando la amenaza es ser expulsado del clan.

Estos contratos evitan la libertad emocional, física y espiritual creando comportamientos neuróticos: Muchas de las creencias que tenemos son contratos que mantenemos con nuestro árbol genealógico, ideas que se nos han transmitido desde nuestros bisabuelos y que no podemos cuestionar.

a) “Tienes que ser abogado, médico, actor, etc. como los hombres de esta familia”

b) “En esta casa todos debemos ser cristianos, si no lo haces te irás al infierno”

c) “Eres torpe como tu madre”, ésta es una orden profética que actúa como una maldición que acaba cumpliéndose.

d) “En la vida debemos dejar las cosas igual que nos las hemos encontrado”

e) “Un hijo nunca debe superar a un padre o no seas borracho como tu padre”

Una orden absoluta que se conecta con la neurosis y el fracaso.

Los contratos intelectuales son como las “ideas irracionales” Y son las raíces de nuestras emociones perturbadas y comportamientos desajustados.

La familia configura un esquema de creencias tóxicas, que nosotros adoptamos por lealtad a ella y que se mueven en cuatro ejes fundamentales:

Si no tienes lo que quieres, te mueres.

“Si mi novio me deja, me muero”

La herencia tóxica es confundir la necesidad con el deseo.

* Se polariza nuestra mirada. No hay nada realmente ni tan malo o ni perfectamente bueno.

*No lo soporto. Creer que algo es el límite entre la vida y la muerte nos hace sentirnos agonizantes cada vez que eso sucede.

*Si sucede algo malo buscamos un culpable y tiene que ser condenado.

La familia nos enseña a juzgar y buscar culpables en los que descargar la responsabilidad de lo que pase, o a culparnos a nosotros mismos en vez de responsabilizarnos por nuestras decisiones.

Los acontecimientos no son una confluencia de factores, nada tiene una única causa.

Si nos sentimos culpables de algo, la mejor respuesta es una fórmula de 3 pasos:

La Aceptación, La Reparación y El Aprendizaje de la lección de lo sucedido.

a) “No crezcas” El miedo de crecer por no querer ser libres de la dependencia a nuestros padres.

Esta orden te mantendrá con una edad emocional de una criatura para el resto de la vida.

b) “Aquí somos del Cruz Azul” Desde el primer mes de vida el niño es socio del club.

Cuando crece no tiene alternativa, si no le gusta el fútbol o no es fanático del Cruz Azul, será considerado un traidor y será un enemigo.

c) “No seas tonto y no te hagas novia” Quédate con tu madre… ella nunca te defraudará, ni te abandonará.

d) La pareja es para toda la vida. Nadie se ha divorciado jamás, en nuestra familia todos somos muy católicos.

Los contratos emocionales nos atan con fuerza al pasado y fomentan, las relaciones basadas en la dependencia emocional.

Disolver estos contratos es abrir al fin la puerta a la libertad de amar con un nivel de consciencia superior.

Ejemplos de contratos libidinales: Aquí están todas las inhibiciones creativas y sexuales:

a) “El teatro-la pintura-la música, son una pérdida de tiempo” (Es como decir que no debes dedicarte a cosas que no son de provecho…)

b) “Esta relación no te conviene” Podríamos preguntarnos: ¿a quién no le conviene en realidad?)

c) “Te casarás a los 25 años y a los 26 llegará la única hija” Este podría ser un contrato inconsciente que se repite de generación en generación. Un proyecto que el árbol tiene para nosotros.

d) “La mujer que expresa deseo sexual es una golfa” Así se considera la sexualidad como sólo un instrumento de procreación, se le prohíbe gozar con su energía sexual.

Ejemplos de contratos materiales-corporales-económicos: Las inhibiciones económicas.

Es necesario que encontremos los elementos que permitan separarnos de la violencia, del miedo y de la culpabilidad…

a) “Eres idéntico a tu abuelo” Y con ello uno todos los linajes buenos y malos, se posesionan en el hijo señalado.

b) “Eres un inútil”

c) “El dinero es el malo” Así cuando nos hacen creer que el dinero es sucio, nos generará mucha culpabilidad ganarlo o disfrutarlo.

d) “El que arriesga pierde”, “Más vale pájaro en mano que cientos volando”, “Más vale malo conocido que bueno por conocer”.

Salir del territorio de estos dichos familiares nos provoca una deslealtad imperdonable, y tenemos un miedo ancestral a no volver a ser admitidos en el clan.

Todo esto nos obliga a acomodarnos con una pareja que ya no aporta nada, nociva o destructiva, un trabajo insatisfactorio.

Así las lealtades familiares son territorios para siempre, porque nos han enseñado que arriesgarse es perderlo todo, en lugar de impulsarnos a seguir nuestros deseos como sabio camino de transformación.

Los contratos se cumplen por lealtad, pero también por temor a las consecuencias.
Hay un miedo a ser castigados, a que se cumplan esas predicciones o realmente maldiciones:

“Si te divorcias, te mirarán mal”, “si te haces artista, deportista o lo que sea vivirás en la pobreza”.

No hay alivio más grande que comenzar a ser lo que en realidad somos, lo que queremos, lo que sentimos, lo que pensamos y lo que decidimos.

Es conveniente recordar que no estamos en el mundo para realizar los sueños de nuestros padres, si no para realizar los nuestros.
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