* A nueve días del asesinato de Mariot Lizbeth, su familia sigue sumida en el dolor y la frustración porque el agresor que está plenamente identificado no ha sido detenido
Por Eduardo Guevara
Fotoreportero de NOTIVER
A nueve días del asesinato de Mariot Lizbeth Rodríguez Hernández, su familia sigue sumida en el dolor y la frustración por la falta de respuestas por parte de las autoridades veracruzanas.
El crimen ocurrió el pasado 1 de abril en la calle Ficus esquina con Mariano Arista, lugar que esta semana fue testigo del novenario de la víctima, donde familiares, vecinos y amigos se reunieron para rezar, colocar una cruz y alzar la voz exigiendo justicia.
Mariot tenía 35 años, era madre de dos menores con discapacidad que hoy no entienden por qué su madre ya no está. Se abrazan a las sábanas de su cama, preguntan por ella y viven un duelo profundo mientras el responsable del feminicidio sigue prófugo, a pesar de estar plenamente identificado.
Durante el novenario, la madre y la hermana de Mariot denunciaron públicamente que han sido revictimizadas por elementos de la Policía Ministerial. Contaron que, al cuestionar el lento avance de las investigaciones, los agentes respondieron con amenazas: les advirtieron que, de no “cooperar”, podrían quitarles la custodia de los niños.
Lejos de enfocarse en dar con el presunto agresor —quien aseguran, ha sido visto recientemente en la ciudad, incluso en su propio domicilio—, los investigadores se han centrado en presionar a la familia, lo que ha incrementado su temor y desesperación.
Ante esta situación, la familia hizo un llamado a la gobernadora Rocío Nahle y a la fiscal general del estado, Verónica Hernández Giadans, para que intervengan en el caso y encaminen una investigación seria, con perspectiva de género y sin más maltratos hacia las víctimas indirectas.
“Queremos justicia. Que el asesino pague. Que nuestros niños no sufran más. Que esto no le pase a otra familia”, expresó la hermana de Mariot, acompañada de vecinos que también exigieron que el crimen no quede impune.
El caso de Mariot se suma a una larga lista de feminicidios que han dejado huella en Veracruz.
Una herida que no cierra y que, en este caso, además, sangra por el abandono institucional.
